Pero a efectos prácticos, de esa igualdad conceptual:
- ¿Es necesario calificar por valor a los mutualistas?
- ¿Son iguales desde el punto de vista de prioridad en la gestión?
- ¿Se puede/ debe calificar a mutualistas?
- ¿Qué variables utilizaremos?
- ¿Qué consecuencias prácticas significará esta ordenación?
- El punto de partida, como es habitual, es preguntarse quien es el mutualista "rentable"(cuanti y cualitativamente) y que le puedo ofrecer para aumentar el valor que aporta a la entidad
- Determinar las variables que pueden influir en el valor (antigüedad, edad, temas cualitativos, etc) y en ese sentido cada mutualidad- mutua es "un mundo"
- Asignación de un determinado valor a cada variable elegida
- Calificación, es decir, asignar grupos de mutualistas
- Decisiones prácticas y operativas de gestión para cada grupo
Cumplidas la anteriores fases y puestas en práctica, los resultados son asombrosos en términos de incremento de vinculación y, por tanto, de nuevas contrataciones. Una última clave, casi lógica pero que se puede olvidar: la calificación de un mutualista debe ser dinámica en el tiempo ya que debemos contemplar el valor a lo largo de su ciclo de vida.